En un mundo donde las ideologías han colapsado, en el que desaparecen los meta-relatos ―al decir de Lyotard―, existe una desconfianza generalizada en las grandes instituciones, la pregunta por los fines últimos ―esos que permiten armar hojas de ruta― se vuelve fundamental. Sin esas grandes directrices, hemos visto el surgimiento de múltiples voces ―ambientalismo, animalismo, feminismo, indigenismo, corrientes esotéricas diversas, entre otras― que dividen y confunden… ¿Qué somos como cultura? ¿Qué nos une? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué rol juega cada país en el concierto hispanoamericano? No es difícil encontrar nuestra tierra en los mapas, el dónde estamos, pero comprender lo que somos y estamos llamados a ser en la historia del mundo no es tan fácil.

El nombre “Suroeste” intenta captar esta búsqueda. Se trata de una referencia rápida y poco precisa del lugar en que se ubica nuestro Chile dentro de la región, pero también el lugar de ella en el mundo entero. Los puntos cardinales nos indican referencias de dónde estamos y nos ayudan a encontrar el lugar hacia dónde vamos. Suroeste es, así, un llamado a proseguir la búsqueda de los destinos de nuestra Patria Chica en el marco de la Patria Grande y de esta en el mundo. 

A lo largo y ancho de todo nuestro continente hay disputas ideológicas que definirán los rumbos de nuestra tierra: los feminismos más radicales inundan la opinión pública de todas las agendas del Cono Sur; la ecología profunda penetra también en el discurso público; cierta ideología globalista difumina nuestra identidad y lentamente nos arrastra al relativismo; la ideología de género confunde las conciencias; los católicos hemos comenzado a sufrir restricciones tan silenciosas como graves; la cultura del narcotráfico deja ver el vacío existencial de nuestra decadencia; el consumismo nos hace olvidar tanto a quienes se quedan abajo de las promesas del desarrollo, producto de la pobreza y la marginalidad, como a quienes son víctimas de sus excesos, seducidos por las tentaciones de la deuda. 

Por otra parte, en “Suroeste” tenemos una brújula y un destino: la doctrina social de la Iglesia y el bien común ordenado a Dios. No escondemos ni pretendemos camuflar ese fin. Lo anterior no impide que reconozcamos que no sabemos cómo recorrer ese camino. Las dificultades son evidentes: la descristianización de nuestras culturas, el modo en que debemos interpretar el Magisterio, etc. Todas esas preguntas nos desafían e interpelan. Mirar, leer y decidir a la luz de estas interrogantes abre rutas desconocidas, que no queremos dejar de encarar. 

Queremos encontrar nuevos rumbos para caminar hacia los destinos de siempre. Para eso nació Suroeste.