2023 05 familia Ratzinger 1

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Un ejemplo de familia

Joseph Ratzinger ―padre del futuro pontífice que llevaría su mismo nombre― fue un gendarme alemán de ávida fe católica. Si bien sólo cursó hasta primaria, a lo largo de su vida había cultivado muy bien las distintas ciencias, de modo que llegó a ser una persona culta e instruida. Gozaba de un ingenio excepcional que le permitía comprender y analizar las más variadas situaciones. En 1920, contando con 43 años, considerando su edad y que ya poseía la estabilidad laboral y los medios económicos necesarios para vivir tranquilo, decide emprender la búsqueda de una esposa con quien compartir su vida y formar una familia.

Con su habitual determinación, decidió redactar una nota para el semanario católico local Altöttinger Liebfrauenbote, donde anunció su intención de encontrar una mujer católica, buena dueña de casa  y con cierta dote para cooperar en la situación económica de la futura familia. Pasó un tiempo y no recibió respuesta alguna, por lo que volvió a intentarlo unos meses más tarde:

Funcionario del estado rango medio, soltero, católico de 43 años, pasado intachable, de procedencia rural, busca para contraer matrimonio cuanto antes a muchacha limpia, buena católica, que sepa cocinar y realizar todas las tareas del hogar, tenga experiencia con la costura y posea mobiliario.[1]

El anuncio llegó finalmente a manos de María Peintner, una joven “vitalista, espontánea, bondadosa y sociable” [2]. Si bien provenía de una familia humilde (su padre era un panadero llegado de Suiza y su madre una empleada doméstica), e incluso cargaba con el estigma de haber nacido fuera del matrimonio, cumplía con todos los requisitos del gendarme: era piadosa, trabajadora y de costumbres virtuosas. Así lo confirman hechos como que, en su infancia, la pequeña María se levantaba antes que saliera el sol para ayudar a sus padres a repartir pan, y sólo entonces se dirigía a la escuela con los demás niños del lugar. Estando ambas familias conformes con la unión de Joseph y María, contrajeron matrimonio el 9 de noviembre de ese mismo año.

Al poco tiempo el Señor los bendijo con hijos: María en 1921, Georg en 1924 y finalmente, en la madrugada del 16 de abril de 1927 el pequeño “Josepher”, como lo llamaban sus padres. Si bien llevaban la vida ordinaria de cualquier familia alemana de clase media, lograron conformar un hogar en que se vivían virtudes extraordinarias, que permiten presentarlos como ejemplo de familia católica.

Según recuerda el mismo Benedicto XVI, el padre poseía un carácter adusto: “esta severidad se manifiesta en que exigía puntualidad y exactitud, pero también en que, cuando hacíamos algo que no se debía hacer, podía echar buenas broncas” [3]. La madre, en cambio, era “cordial, cariñosa, más bien emocional, no tan racional” [4].

Además de los principios evangélicos, los padres hicieron lo posible por transmitir dos grandes amores a sus hijos: la música y la lectura.

Además de los principios evangélicos, los padres hicieron lo posible por transmitir dos grandes amores a sus hijos: la música y la lectura. Georg recuerda en su biografía el amor por la música que cultivó su padre y que luego compartió a sus hijos:  “Un día se compró una cítara y tomó algunas horas de clases. Todo lo demás lo aprendió de forma autodidacta” [5]. Era habitual que durante las tardes el padre cantara y tocara para su familia, pero también cantaba en el coro de la parroquia, de la que llegó a ser organista.

El pequeño Joseph aprendió a tocar piano a muy tierna edad, y recuerda con ternura que, de niño, tocaba a cuatro manos con su padre la Eine Kleine Nachtmusik de Mozart. También Georg cultivó este arte: ya de sacerdote, dirigió durante muchos años el coro de la Catedral de Ratisbona.

Los niños Ratzinger, además, destacaban por el vasto bagaje cultural y la inquietud por aprender que recibieron de sus padres. Como recuerda Georg, “los libros han desempeñado siempre un papel importante en nuestra familia. Mamá nos contaba siempre lo que estaba leyendo” [6]. Desde muy temprana edad los padres leían en voz alta a sus hijos biografías edificantes que los estimulara en su vida de fe y ejercicio de las virtudes, y fomentaban que se formaran un pensamiento robusto y crítico.

Los padres procuraron conducirlos a una vida completa en el plano natural, poniendo también los medios para que pudiesen llegar a la plenitud de la gracia.

Tal como lo testimonian las ejemplares vidas que llevaron los tres hermanos, la familia Ratzinger fue un modelo de educación doméstica. Los padres procuraron conducirlos a una vida completa en el plano natural, poniendo también los medios para que pudiesen llegar a la plenitud de la gracia. María, la hija mayor, ingresó a la tercera orden franciscana y eligió pasar su vida al costado de su hermano Joseph, ayudándolo en las labores cotidianas y desempeñándose como su secretaria personal. Georg fue un sacerdote ejemplar y un magnífico músico. Y el mismo Joseph, que pasa a la historia como Benedicto XVI, ilumina a generaciones no solo por su teología, sino también por sus virtudes y su legado espiritual.

Pareciera, pues, que estos padres de familia hicieron algo bien.

Autora: Rosario Izquierdo

Notas

[1] Peter Seewald, Benedicto XVI, una vida (Bilbao: Mensajero, 2020), 22. 
[2] Peter Seewald, Benedicto XVI, una vida (Bilbao: Mensajero, 2020), 24. 
[3] Peter Seewald. Benedicto XVI: Últimas conversaciones, p. 50.
[4] Peter Seewald. Benedicto XVI: Últimas conversaciones, p. 49.]
[5] Georg Ratzinger. Mi hermano el papa (Madrid: Mensajero, 2011), 29. 
[6] Georg Ratzinger. Mi hermano el papa (Madrid: Mensajero, 2011),71. 

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