familia catolica

Por

Henrich, Joseph (2020): «The WEIRDest people in the world: How the West became psychologically peculiar and particularly prosperous»,  Penguin, UK.


Occidente es una gran anomalía en la especie humana. Las formas occidentales de organizar la vida, asociarse, pensar, sentir, o incluso las formas de activación cerebral, son radicalmente distintas del resto del homo sapiens sapiens. Visto en perspectiva, podríamos decir que un porcentaje ínfimo de nuestra especie vive en sociedades que moldean rasgos tan diversos como privilegiar al individuo sobre el conjunto, separar cognitiva y perceptualmente las partes del todo, sentir más culpa que vergüenza, juzgar intenciones además de acciones, confiar en extraños y en instituciones creadas por desconocidos, o creer en una noción lineal del tiempo y del progreso. Algunas estimaciones indican que sólo un 12% de la humanidad actual poseería estas características que, no obstante, han influido en el transcurso de la historia de la especie de forma desproporcionada. Cualquiera con una mínima experiencia del mundo, puede darse cuenta que existen diferencias entre sociedades masivas y las de escala pequeña, las de raigambre europeo occidental y las que de otros sustratos, o incluso a diferentes niveles educacionales dentro de una misma sociedad.

La oferta y la demanda entre los almacenes de Chol Chol no se cumple, pues la gente va a comprar al almacén de la señora Yolanda y no donde el pesado ese de Marcelo. No es que el modelo racional de homo oeconomicus esté errado, pensó, sino que al parecer está culturalmente determinado.

El profesor de Harvard, Joseph Henrich viene lidiando con estas preguntas desde fines de los 90, cuando realizaba sus investigaciones doctorales en comunidades agrícolas mapuche al sur de Chile. Desde entonces, comenzó a preguntarse por qué las leyes de la economía clásica no se cumplen de igual forma en todas partes. La oferta y la demanda entre los almacenes de Chol Chol no se cumple, pues la gente va a comprar al almacén de la señora Yolanda y no donde el pesado ese de Marcelo. No es que el modelo racional de homo oeconomicus esté errado, pensó, sino que al parecer está culturalmente determinado.

El año 2010, junto a Steven Heine y Ara Norenzayan, escribieron uno de los artículos más influyentes en las ciencias humanas del último tiempo: The weirdest people in the world? (¿La gente más rara del mundo? Behavioral and brain sciences, 33(2-3), 61-83). Aquí se acuña el concepto de WEIRD (White, Educated, Industrialized, Rich y Democratic; blanco, educado, de sociedades industrializadas, ricas y democráticas) para designar esta anomalía de la especie ubicada en occidente. Los autores denuncian que alrededor del 96% de los estudios en psicología, economía y ciencias conductuales, han sido realizados en poblaciones WEIRD. Esto indica que sabemos poco de la naturaleza humana, sino más bien de solo un conjunto de sus expresiones menos representativas. Es como si quisiéramos aprender de los procesos básicos de la fisiología muscular estudiando atletas olímpicos: veríamos estructuras normales, pero exacerbadas artificialmente a un nivel superlativo. Las conclusiones que pudiésemos extraer de allí serían difícilmente generalizables a los que quedamos con el corazón en la boca después de correr para tomar el autobús. El impacto del artículo ha sido notorio en la comunidad académica, recibiendo a la fecha sobre 12.000 citaciones y contando (a modo de referencia, los “artículos clásicos” de psicología social oscilan entre las 3.000 y 5.000 citaciones, a varias décadas de haber sido publicados).

En 2019, Henrich publica el esperado libro The WEIRDest People in the World: How the West became psychologically peculiar and particularly prosperous (traducido al español por Jesús Negro, Las Personas más Raras del Mundo, Editorial Capitán Swing, Madrid). En un volumen que supera las 600 páginas, el autor vuelve a preguntarse por la peculiaridad occidental y propone una provocadora hipótesis: la particularidad cultural de occidente se debe a la Iglesia Católica Romana. No al cristianismo en general, no a los supuestos teológicos o filosóficos, sino a posturas políticas específicas relativas al matrimonio y la familia.

En el Capítulo 5, Henrich, describe un conjunto de “políticas públicas” relativas al matrimonio y la familia – lo que él llama MFP, Marriage and Family Program – impulsadas por la Iglesia Católica desde sus comienzos. Los aspectos más importantes de este programa influyen de manera radical en la conformación del orden social: la ampliación de la prohibición del matrimonio consanguíneo – hasta el sexto grado en algún momento –, el rechazo a la poligamia, al divorcio y al levirato – obligación de casar a una viuda con el hermano del fallecido –, entre otras prácticas. Si bien Henrich no realiza un análisis exhaustivo de las razones filosóficas o teológicas detrás de estas posiciones, sí revisa con detalle erudito su evolución histórica y cómo ésta impacta en la conformación de la sociedad y en los rasgos psicológicos de los individuos.

¿Cómo sucede esto? Bajo riesgo de generalización indebida, Henrich anota algunos rasgos genéricos de cómo se conformaban las sociedades. Históricamente, los lazos de parentesco intensivo (intensive kinship) eran el núcleo funcional básico de la sociedad. Las familias extendidas, clanes, linajes, casas, o tribus marcaban el centro de la organización social. La residencia y la producción económica se establecía en conjunto de todo el clan a modo de propiedad colectiva. Los matrimonios se arreglaban dentro del marco extendido del clan, como también la poligamia para los varones de mayor status como una posibilidad de extender el linaje patrilineal. Incluso dentro de culturas jurídicamente complejas, como los griegos o romanos, esta configuración social se reitera – pensemos en el demos griego o el gens romano. Henrich argumenta que la aparición e implementación del MFP por parte de la Iglesia Católica revoluciona sociológicamente esta configuración. Pensemos en Johan, un joven de la Sajonia rural medieval que busca formar una familia: debe salir del clan, tener capacidad productiva y algo que ofrecer al padre de su novia, desarrollar su propia hacienda. Nada está garantizado para Johan, necesita buscar su lugar en el mundo. Multiplicado por miles de Johans, estos procesos alimentan la movilidad residencial, la búsqueda de trabajos especializados, y, en definitiva, la idea del proyecto vital como un desafío a construir. Las lealtades tribales se disuelven en una apertura universal hacia otros con quienes debo cooperar e interactuar. La cohesión social comienza a estar fundada por vínculos voluntarios: asociación a gremios, órdenes religiosas, sindicatos o el parentesco espiritual producto del compadrazgo. Progresivamente, estos cambios a nivel social comienzan a consolidarse en el derecho, las instituciones políticas y la geografía urbana. Todas estas transformaciones, en último término, terminan generando una mentalidad distinta: una forma de pensar, sentir y vivir propiamente occidental. El derecho canónico introdujo cambios sociales, y éstos, a su vez, cambios psicológicos.

Henrich no se contenta con contarnos una historia de cómo puede ser que hayan sucedido las cosas, sino que dedica parte importante de su libro a fundamentar estas conexiones en datos empíricos. Así, por ejemplo, la cantidad de siglos de exposición al MFP – estimado a partir de la fecha histórica de instauración de las diócesis dependientes del Papa – está directamente relacionado al nivel de intensidad de parentesco hoy, lo que a su vez está asociado a mayor presencia de rasgos psicológicos propiamente occidentales: individualismo, confianza impersonal, pensamiento analítico, respeto a las normas, entre muchos otros. Incluso, se aprecian diferencias de grado entre aquellas regiones expuestas a la Iglesia Católica y las evangelizadas por las iglesias orientales, que tenían restricciones más laxas en torno al matrimonio consanguíneo.

La influencia católica en la conformación de la familia es lo que permite una articulación del orden social que promueve y consolida las características psicológicas WEIRD.

El recorrido de Henrich es profundo y complejo, pero siempre alineado con esta tesis fundamental: la influencia católica en la conformación de la familia es lo que permite una articulación del orden social que promueve y consolida las características psicológicas WEIRD. Debe reconocerse el notable trabajo que hace el autor y su equipo para moverse con soltura en un ámbito disciplinariamente diverso, integrando aspectos de la arqueología y la antropología, la historia documental, la sociología, la psicología, la economía y la filosofía. A diferencia de otros libros, el relato no peca de ser un monstruo frankensteineano sino que el autor reconoce los distintos niveles de explicación y busca integrarlos con respeto a sus propios ámbitos de validez.

Este libro podría insertarse dentro del género de relatos para explicar la modernidad occidental, inaugurado por Max Weber, y representado hoy por autores tan diversos en sus análisis como Charles Taylor, Jared Diamond, o Yuval Noah Harari. Cabe decir que el esfuerzo de Henrich consiste en desarrollar un modelo explicativo que pone en diálogo la forma en la que las instituciones determinan a la sociedad, y ésta a su vez, la psicología de los individuos. Pero de ningún modo podríamos decir que sigue un espíritu weberiano, en el que son las ideas las que se plasman en la estructura social, sino más bien Henrich se aproxima desde una visión funcionalista, o más bien, cultural-evolucionaria: las prácticas promovidas por la Iglesia Católica generaron condiciones sociales y adaptaciones psicológicas que fueron exitosas, permitiendo su propagación por todo el globo. De alguna forma, podríamos decir que el libro recoge una “historia natural” de occidente, describiendo en el orden de las causas materiales cómo surge y se despliega. En este sentido, este libro debe leerse en paralelo a obras que analizan la historia de las ideas en occidente, tales como Dominio de Tom Holland o Las Fuentes del Yo de Charles Taylor, y no en vez de éstos. Henrich aporta con una aproximación que no reduce la historia a patrones sociales, sino que ofrece elementos para complejizar la reflexión sobre el ser humano y su historia. Así, por ejemplo, el surgimiento del protestantismo y de la modernidad europea no puede reducirse sencillamente a las condiciones psicológicas y sociológicas de la época, pero la aproximación de Henrich permite entender la fecundidad que gozaron las ideas de Lutero. En cierto sentido, la modernidad temprana radicalizó estas características psicológicas que se encontraban in nuce en la transformación social que había sufrido Europa durante los primeros 15 siglos de cristianismo. Y aunque la Reforma haya ido precisamente en la dirección contraria a la Iglesia Católica, termina potenciando las tendencias sociales y psicológicas que habían surgido originalmente por el MFP.

Un buen libro no es sólo el que entrega algo, sino que el que también ofrece herramientas para pensar en otras cosas. Las investigaciones de Henrich nos pueden ayudar a desarrollar una aproximación para pensar en cómo podría evolucionar la sociedad actual. ¿Cómo se articularía la sociedad tras la disolución de la familia nuclear en manos del individualismo? ¿Será una alteración adaptativa o será reemplazada por otras configuraciones sociales más estables? ¿De qué manera las instituciones están potenciando ciertos rasgos e inhibiendo otros, y qué consecuencias podría tener esto en un par siglos más?

Autor: Cristián Rodríguez

Licenciado en Psicología y Filosofía. Doctor en Psicología. 

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