2023 02 Rutina 1

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El peso de la rutina
¡Se te apareció marzo! Es inevitable acordarme de un comercial antiguo en el que Fernando Larraín personificando a Marzo le recordaba a los despreocupados veraneantes que las vacaciones se habían acabado, que venían cuentas y gastos por cubrir, mientras marzo se reía de ellos en su cara y aunque se refería a deudas y oportunidades de crédito, para muchos de nosotros significaba terminar las vacaciones y volver a las actividades normales, la rutina, asociada a aburrimiento, monotonía y sin sentido.
Despertar, levantarse, la ducha, los niños, el desayuno, salir, el taco, el colegio, el metro, apretado, el trabajo, los compañeros de trabajo, los correos, el teléfono, almuerza algo, las reuniones, los imprevistos, problemas, salir, atrasado, la casa, los niños, comer, noticias, a la cama, dormir —repite.
La rutina es el hogar del que hace lo que quiere hacer. ―¡Qué! ¿Qué significa esto? La rutina es hogar porque nos permite ser quienes somos con total libertad. Nada más liberador que saber exactamente lo que tengo que hacer en cada momento. La rutina es instrumento de orden a nuestra vida y por tanto posibilidad para el ejercicio de la voluntad. El orden de la rutina nos posibilita hacer en un día lo que de otro modo no haríamos. Por ejemplo, los estudiantes gracias a su horario ―a su rutina― pueden avanzar a diario en el saber de múltiples disciplinas, realizando un amplio número de actividades… y aún así les quedan momentos para el ocio y las amistades. En el caso de los que trabajamos, gracias a nuestra rutina diaria alcanzamos los objetivos que nos hemos propuesto, usamos nuestra libertad para gobernarnos a nosotros mismos, para no dejarnos llevar por emociones o impulsos del momento, así llegamos a lograr metas a largo plazo que de otro modo no lograríamos. En otras palabras, nuestro querer se realiza en la rutina diaria. La rutina nos ordena; nos permite ser mejores; disponernos a conseguir metas difíciles, que sin el trabajo del día a día serían imposible de alcanzar. Y esto se nos hace obvio cuando vemos a alguien con una vida desordenada en algún aspecto y que se determina a cambiarlo. Lo primero que hace esta persona es incorporar en su vida rutinas, nuevos momentos, nuevos espacios, de modo que adquiera nuevas costumbres —hábitos, virtudes— que le permitan lograr nuevas metas. Un par de horas a la semana para un estudio o para el deporte, un momento en el día para practicar un idioma, una hora a la semana para llamar a algún amigo, etc. Ya entendía esto perfectamente San Benito, que da a sus monjes una regla con un horario, para que todo se haga en el momento en que debe hacerse y se hagan todas las cosas que se quieren hacer. Así, la estructurada vida de los monjes es un descanso, un hogar, donde se entrega la decisión diaria a la regla, el horario, para realizar una decisión mayor. Por eso se difundió la idea de que los benedictinos tenían un lema, ora et labora: porque gracias a esta rutina, podían hacer sin problema ambas cosas y más, pues en la vida del monje tampoco falta el tiempo para el estudio, la recreación y el descanso. Despertar, levantarse, la ducha, los niños, el desayuno, salir, el taco, el colegio, el metro, apretado, el trabajo, los compañeros de trabajo, amistad, los correos, el teléfono, almuerza algo, las reuniones, los imprevistos, problemas, salir, atrasado, la casa, los niños, juegos, comer, noticias, ocio, conversación, a la cama, dormir —repite, ¡por suerte!

Autor: Vicente Pérez Moreira

Académico de la Universidad Finis Terrae (Chile)

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