septiembre 8, 2023• PorAndrés Jouannet
¿Quién tuvo la culpa?
La polarización llevó a Chile a su quiebre. Los ribetes dramáticos del mundo bipolar, que se debatía entre el águila americana y el oso soviético, inexorablemente llegaron a nuestro suelo.
En ese contexto global, Chile revestía una importancia relativa. La URSS veía la opción cierta de meterse nuevamente en el patio trasero de los yanquis ―esta vez por vías democráticas― con Allende. Por su parte, Estados Unidos no podía perder el control de un país como Chile, no tanto por sus recursos ―el cobre se podía conseguir en África o Perú―, sino por el “ejemplo” que según Kissinger daría el tránsito chileno al socialismo para países más importantes.
Siendo así, la intervención de la URSS en Chile fue mínima en comparación con la norteamericana, más cuando el imperio soviético ya daba muestras de agotamiento. Según Lenov (ex Subdirector del KGB) los jerarcas no quisieron intervenir decididamente, menos si eventualmente tendrían que llegar a subsidiar a Chile, como lo hacían con Cuba, lo que ya les resultaba oneroso… y porque no creían en el éxito de Allende.
Pero aún bajo la tirantez mundial, Chile no fue una simple marioneta. Al respecto Joaquín Fermandois señala: “Eran las propias fuerzas políticas chilenas las que forjaron polos de atracción que emulaban, en lo ideológico, al gran marco de la confrontación global”.
La consecuente polarización fue la principal causante de la tragedia posterior.
La perspectiva histórica demuestra que esos actores no fueron capaces de corregir el curso hacia el abismo, aun cuando la experiencia reciente indicaba que era posible, que la alternativa existía.
Frei, siendo el gran reformista de la promoción popular, de la reforma agraria, de la chilenización del cobre, era a la vez profundamente democrático y amante de la libertad. Extraña que para Chile su ejemplo no fuera suficiente. Y extraña más que su partido virara tanto hacia la izquierda… tanto que terminó por desgajarse.
Allende estaba lejos de querer o poder cumplir dicho acuerdo. Su programa, de corte profundamente marxista, se declaró intransable. Este se aplicaba en su totalidad o no se aplicaba.
Sucumbiendo ante su propio éxito en el gobierno, la DC no tuvo la humildad suficiente e insistió en el camino propio, ciega a la realidad política prevaleciente de los tres tercios, desdeñando cualquier posible acuerdo con radicales y centro derechistas para detener el triunfo de la UP. Además, el mismo Frei consideraba improbable la instalación del marxismo en Chile.
Ya frente a la mayoría relativa de Allende, confió con candidez en las garantías democráticas ofrecidas por este. Pero Allende estaba lejos de querer o poder cumplir dicho acuerdo. Su programa, de corte profundamente marxista, se declaró intransable. Este se aplicaba en su totalidad o no se aplicaba.
La presión de los grupos radicales, la violencia política, el “guevarismo” ―que dio comienzo a su accionar insurgente―, la crisis económica que devino en debacle, más el Track desestabilizador de la CIA, tan subestimado por un Allende confiado en el apoyo a ultranza de la URSS, terminaron por instalar la ingobernabilidad.
Las continuas transgresiones constitucionales, derivan en la declaración ―de la Corte Suprema primero, de la Contraloría después y de la Cámara finalmente― de la inconstitucionalidad del gobierno de Salvador Allende.
Frente a una crisis de aquella naturaleza, el sistema político chileno tampoco ofrecía alternativas de solución. Arturo Valenzuela nos da luces sobre sus falencias:
El sistema multipartidista chileno proporcionaba presidentes en minoría con apoyos minoritarios en el parlamento, forzando la creación de coaliciones preelectorales y postelectorales. El sistema de Ejecutivos de doble minoría contribuyó a exacerbar el conflicto político, situación que se sumó a la crisis política, la falta de apoyo parlamentario y la carencia de una solución constitucional que habilitase una salida electoral al problema.
Entonces, la responsabilidad del quiebre no fue solo del gobierno de Allende.
Fueron la intransigencia ideológica, la radicalización, el desgobierno y el definitivo quebrantamiento constitucional los graves pecados del gobierno de la UP. La soberbia, la candidez y la falta de realismo político, fueron los de la DC.
Si el sistema no ofrecía alternativas y mientras la acción de la derecha ―también rígida e intransigente― tuvo su eficacia demandando la intervención norteamericana, la centro izquierda carga sobre sus hombros buena parte de las culpas frente a un quiebre que, aun a costa de grandes esfuerzos, era posible evitar.
Bajo la profunda polarización, fueron la intransigencia ideológica, la radicalización, el desgobierno y el definitivo quebrantamiento constitucional los graves pecados del gobierno de la UP. La soberbia, la candidez y la falta de realismo político, fueron los de la DC.
El precio de sus culpas fue pagado por todo Chile, en aquel mundo que se debatía entre las garras del águila y las fauces del oso.
Diputado de la República de Chile
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Last modified: octubre 5, 2023