agosto 29, 2024• PorJosé Tomás Hargous
En la escuela del Padre Hurtado: la empresa a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia
Todos los meses de agosto conmemoramos en Chile el Mes de la Solidaridad, en memoria de San Alberto Hurtado (1901-1952). El jesuita, considerado el principal representante de la solidaridad en Chile, congregaría grupos de seglares para que dirigieran, ejecutaran y perpetuaran en el tiempo su obra de apostolado social, con el objetivo de difundir y aplicar la doctrina social de la Iglesia (DSI) en los distintos ámbitos de la vida social y económica. En dicho grupo, formado por la juventud católica de los años 30 y 40, jugó un rol fundamental el entonces joven empresario Jorge Matetic Fernández (1906-2001). Tanto en su vida de empresario como en el impulso de la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) y de otras asociaciones, Matetic será un ejemplo de encarnar los principios de la DSI en la sociedad. Según consta en una edición de “Humanismo Social” que le dedicaría el padre Hurtado de puño y letra a su “querido amigo” y discípulo, Matetic dio “testimonio de admiración por su sentido social y sus realizaciones de justicia y caridad cristianas”.
Como sostuvo su hijo y también empresario, Jorge Matetic Riestra, “mi padre no daba consejos, sino que predicaba con el ejemplo. Esa fue la mejor orientación que me dio a lo largo de su vida: tener principios claros, vivirlos en el día a día y defenderlos, pero con respeto hacia el prójimo”, impronta que recibiría de “la responsabilidad por el anhelo que él tuvo junto a San Alberto Hurtado, de reflexionar entorno [sic] al mundo del trabajo centrándose en Cristo y promoviendo valores como libertad, justicia y prudencia”. Su conducta fue ejemplo para su hijo, así como para muchos otros empresarios: “mi padre me enseñó a llevar estos principios con confianza, optimismo, pero a la vez, con firmeza y solidaridad. Ese fue su legado”. (Matetic R., J. y Schmidt M., P.; “La Empresa y el Pensamiento Social Cristiano”).
Matetic será un ejemplo de encarnar los principios de la DSI en la sociedad.
El 30 de agosto de 1948, en la primera “reunión de directorio” de la naciente Unión Social de Industriales Católicos –hoy Unión Social de Empresarios Cristianos–, Matetic, uno de sus fundadores, sería elegido como primer presidente, cargo que ejerció hasta 1950. Considerando que el objetivo de la asociación era cristianizar y humanizar el mundo del trabajo desde la plana mayor de la organización –los llamados en esa época “patrones de industrias”, que hoy serían los empresarios y ejecutivos–, probablemente no había mejor nombre que el de un emprendedor que por esos años había creado, junto a su hermano Víctor y Juan Conrads, la empresa Industria Chilena del Alambre (INCHALAM), iniciativa empresarial que será continuada y expandida por sus hijos y nietos, quienes seguirán participando en USEC hasta hoy.
Buscando encarnar los principios de la DSI en la sociedad, Matetic en su empresa trabajará fuertemente por el desarrollo integral de sus colaboradores. Como botón de muestra, según se reseña en el Acta N°4, del 27 de septiembre de 1948, daría “cuenta [de] que los obreros de su fábrica […] quedaron de estudiar la organización de una Cooperativa de Crédito, idea que les interesó bastante”.
Matetic recibió su vocación empresarial de su padre, Jorge Matetic-Celtinja, un croata que llegaría a Punta Arenas en 1892 desde el Imperio Austro-Húngaro. Sin “más recursos que su habilidad para hacer cosas”, instalaría “una fábrica de colchones y después se dedicó al comercio, levantando lo que hoy sería una pequeña multitienda, con de todo un poco, que llegó a tener importancia en Punta Arenas”, según él mismo relató a Capital.
En el capítulo XII de “Humanismo Social”, titulado “Acción Social”, Hurtado relevó la importancia de la acción económico-social como solución a los “dolores humanos” de su tiempo, específicamente “en los sindicatos obreros y patronales, en las juntas de arbitraje, en la creación de cooperativas de créditos, producción y consumo; la preparación de técnicos y dirigentes que puedan hacer marchar estas instituciones; el «servicio social» y la «educación familiar»; la carrera apenas iniciada entre nosotros de «jefe de bienestar», el servicio de «orientación profesional», y «relaciones industriales»”, “donde los católicos puedan «dar testimonio de su espíritu de justicia y caridad»”. Por la dedicatoria que le hiciera el segundo santo chileno, suponemos que las ideas desarrolladas por Hurtado en esta obra deben haber calado hondo en la vida de Matetic, quien se desvivió por realizar cada uno de estos aspectos en su propia compañía, así como por difundirlos para que sus pares las apliquen.
El mismo padre Hurtado, en la primera edición de la revista Mensaje, sostuvo que “la Unión Social de los Industriales Católicos, bajo las firmas de su presidente y de su Secretario […] dan a conocer los benéficos resultados de la aplicación de las doctrinas pontificias que los industriales católicos han podido constatar en sus empresas”. Si bien dicho presidente sería Sergio Ossa Pretot, que había tomado la posta de Matetic un año antes, estas palabras bien se pueden decir de la gestión de quien fuera pionero en la organización de los empresarios cristianos en Chile, siguiendo el mensaje y el impulso de San Alberto Hurtado.
De esta manera, siguiendo las enseñanzas del pensamiento social cristiano, el padre Hurtado invitará a empresarios, ejecutivos y emprendedores a aplicarlas de forma concreta en la gestión de sus empresas: en la relación con sus trabajadores y sus familias, con los clientes, con los proveedores, la comunidad y el Estado, estableciendo vínculos que varias décadas después el Papa Benedicto XVI llamará de “gratuidad” en medio de la “actividad económica ordinaria” (Benedicto XVI; Caritas in Veritate), comprendiendo así que la empresa no es una “asociación”, sino que está llamada a ser una “comunidad de personas”, con el objetivo de contribuir alcanzar el bien común: el de sus miembros, el de la comunidad que lo rodea y de la sociedad en su conjunto. Matetic encarnó, en ese sentido, esta misión del empresario cristiano, la cual, de acuerdo con el Papa Francisco, es una “noble vocación” de servicio al bien común, tanto particular de la organización, como de la sociedad en su conjunto.
Todas estas enseñanzas no son teóricas, sino que están llamadas a hacerse carne en cada empresario católico.
Este discípulo del padre Hurtado se abocó a trabajar, desde su posición específica como directivo en INCHALAM, para contribuir, desde la compañía, al bien común, esto es, por un lado, el mayor bien de todos y cada uno de los integrantes de la empresa, así como el mayor bien de la comunidad política de la cual forma parte la organización, sabiendo que, como enseñaba San Juan Pablo II, la “finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera” (Juan Pablo II; Centesimus Annus).
En diversos documentos magisteriales, el Papa Francisco ha desarrollado esta idea que muchos años antes pudimos ver reflejada en la vida del empresario chileno: que la actividad empresarial una noble vocación de servicio a los demás. Enseña el Papa que “la vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo” (Francisco; Evangelii Gaudium).
Todas estas enseñanzas no son teóricas, sino que están llamadas a hacerse carne en cada empresario católico. El ejemplo de Jorge Matetic Fernández nos invita a seguir trabajando por la difusión y aplicación del pensamiento social cristiano en todos los ámbitos de la vida social, económica y política, buscando nuevas y creativas respuestas a la luz de la enseñanza nueva y vieja del Evangelio.
José Tomás Hargous Fuentes
Periodista y Doctor (c) en Artes y Humanidades, Universidad de Navarra
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Last modified: septiembre 3, 2024