septiembre 8, 2023• PorMiguel Ángel Calisto Águila
Los hechos que llevaron a un trágico desenlace
La historia política de todo país está repleta de sucesos fundamentales que merecen ser analizados con una mirada crítica y objetiva. Este es el caso del 11 de septiembre de 1973, una fecha que hasta el día de hoy divide a la sociedad chilena y de la cual se pueden realizar variopintos análisis, bajo distintos prismas que difieren radicalmente unos de otros.
Siempre nos enfocamos en el lamentable desenlace y no en la serie de hechos que llevaron a ello.
Esta misma lógica la podemos aplicar al momento de analizar el gobierno de la Unidad Popular, que, aunque es parte del proceso que terminó en el golpe de Estado y el inicio de la dictadura, se trata de un periodo que muchas veces queda fuera de los análisis de esta época por el gran impacto negativo que generó la irrupción de la democracia a manos de los militares. En definitiva, siempre nos enfocamos en el lamentable desenlace y no en la serie de hechos que llevaron a ello.
Aunque es imposible negar que la llegada de Salvador Allende a la presidencia en 1970 marcó un hito en la historia chilena y latinoamericana, al ser el primer gobierno socialista elegido democráticamente en el continente, se cometieron errores graves, existió una falta de criterio político y poca voluntad de diálogo, además de fallas de gestión, especialmente en el ámbito económico. Por estos motivos, soy un convencido que se trató de un mal gobierno, quizás el peor que ha tenido Chile en los últimos años.
En el ámbito económico, hubo un manejo paupérrimo, enfocado en medidas populistas y agresivas que no dieron buenos resultados. Este es el caso de la política de expropiación de industrias y compra de acciones, lo que le permitió al Gobierno manejar cerca del 80% de las industrias, además de tener el control sobre algunos bancos.
Aunque hubo inversiones importantes en salud y educación, con propuestas que claramente tenían un fin noble, el gasto social fue demasiado alto, generando un déficit en los recursos fiscales. Si a esto le sumamos el sabotaje que llevó a cabo el sector industrial y la pésima decisión de aumentar la emisión monetaria fiscal, se desencadena una inflación incontrolable que en 1973 llegó a los tres dígitos.
A esto, además, debemos agregarle la profundización de la Reforma Agraria, un proceso que ya llevaba algunos años desarrollándose, pero que durante la Unidad Popular fue agilizado de forma agresiva, aumentando el resquemor por parte del mundo empresarial. Este proceso tuvo como consecuencia que, a finales del gobierno de Allende, se hubieran expropiado 4.400 predios agrícolas, que sumaban más de 6 millones de hectáreas.
Podemos resaltar la nacionalización del cobre como una decisión que hasta el día de hoy rinde frutos y permite a Chile gozar de una buena salud económica. Sin dudas, un acierto en medio de un vendaval de malas decisiones.
En el ámbito político, la falta de consenso y diálogo con sectores opositores generó un caos donde no sólo el oficialismo aportó, sino también la dura oposición que en nada contribuyó al debate legislativo y político. El énfasis en la radicalización política y la confrontación constante provocaron un clima de división que dificultó la construcción de puentes con otros sectores y agudizó las tensiones.
El periodo entre 1970 y 1973 fueron años complicados para nuestro país, de los cuales debemos aprender para no cometer los mismos errores. Esta afirmación la podemos aplicar para ambos lados, izquierda, derecha, y por qué no, al centro político también.
A pesar de todo lo mencionado, ad portas de conmemorar 50 años del Golpe de Estado, un humanista cristiano jamás justificaría el quiebre de la democracia, el quiebre de un gobierno que fue elegido democráticamente por la ciudadanía, ni el quiebre de las instituciones del Estado, mucho menos la vulneración de las garantías y derechos fundamentales de los individuos en virtud de este quiebre institucional.
La Unidad Popular fue un mal gobierno, y el periodo entre 1970 y 1973 fueron años complicados para nuestro país, de los cuales debemos aprender para no cometer los mismos errores. Esta afirmación la podemos aplicar para ambos lados, izquierda, derecha, y por qué no, al centro político también. En estos tiempos en que la polarización vuelve a estar presente, es bueno que reflexionemos y miremos un poco al pasado, sin perder nuevamente nuestro horizonte.
Autor: Miguel Ángel Calisto Águila
Diputado de la República de Chile
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Last modified: mayo 9, 2024