2024 07 cartaeditor

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Carta al Editor

Señor Director:

El 16 de julio pasado se celebró en Chile la solemnidad de la Virgen del Carmen, reconocida por Bernardo O’Higgins como “Patrona Generalísima de las Armas de Chile”. Pudimos ver, como todos los años, muchas formas de devoción a María, como la diablada, las cuyacas y el baile chino, entre las que destaca la imposición en muchas parroquias del escapulario mariano y virgíneo. Esta devoción tiene su origen en la entrega que María hizo a san Simón Stock en 1261, con estas palabras: “Recibe, amadísimo hijo, el Escapulario de tu Orden […] todo el que muera con él se librará del fuego eterno”.

Muchos católicos desconocen su profundo significado escatológico. Este objeto asegura la gracia de María, expía pecados y fortalece a los virtuosos. En efecto, usar el escapulario es bueno, pero ello no prescinde de la premisa de que otros actos buenos también son mandados. En ese sentido, la prerrogativa principal del escapulario es la indulgencia sabatina, que libera del purgatorio a quienes lo portan el primer sábado después de fallecer.

Un gesto aparentemente pequeño, que puede servir de inspiración para crecer en el amor a Dios y a los demás, pues María intercede por nosotros y nos guía en el camino hacia la plenitud en la vida de todo cristiano.

Esteban A. Carrillo Contreras

Estudiante de Derecho, Universidad de los Andes (Chile)

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