2025 04 02 editorial 1

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Editorial

Cada vez con más frecuencia y a propósito de los temas más variados, vemos que el debate público enaltece la eficiencia, la utilidad y la autonomía. La debilidad es descartada, la dependencia es vergonzosa y la vida es medida por índices cuantificables (se habla de “calidad de vida” y se dice que hay vidas “indignas de ser vividas” por carecer de ciertos mínimos materiales). Algo de esto nos permite vislumbrar la gran trama que esconden los hechos contingentes de la historia, como la gran batalla de la alegría y el bien en Tolkien, frente a la tristeza y la sombra de Mordor. La gran batalla que explica el sentido de la historia es la de la lucha de la vida contra la muerte. Este es el misterio central de nuestra existencia, que la fe cristiana celebra en Semana Santa: el misterio pascual. La liturgia de la Semana Santa nos lleva año a año a recorrer la paradoja cristiana, por la cual el más grande de los fracasos es la mayor victoria, por la cual la muerte es definitivamente derrotada y la vida en el amor tiene la última palabra. El misterio de la Cruz de Cristo envuelve más que el escándalo para los judíos y la necedad para los gentiles, porque es fuerza y sabiduría de Dios (cfr. I Cor. 1, 23-24). Es la encarnación histórica del amor que es más fuerte que la muerte. La cultura de la muerte no puede entonces tener la última palabra.

Y es que en nuestra época la lucha entre la cultura de la muerte y la cultura de la vida se ve materializada en el enfrentamiento entre dos posturas: la legitimación de la matanza masiva de los seres humanos más inocentes ―con o sin plazos o causales que lo permitirían (en todo caso se trataría de diferencias circunstanciales, accidentales)―, o su protección irrestricta (que no implica necesariamente la criminalización de la mujer expuesta a las dificultades más terribles). Frente a estas posiciones, los cristianos tenemos el deber de tomar partido por alguna de las dos: o ser cómplices del genocidio de los niños que no han nacido, o ser la resistencia contra él.

―¿Pero qué podemos hacer con el aborto? Si ya hay una ley de aborto en tres causales imposible de revertir hoy, ¿qué hacemos?― Nos preguntamos con un tono de triste resignación, frente a un mundo que no nos entiende y a un escenario político donde parece que no hay escapatoria.

La lucha entre la cultura de la muerte y la cultura de la vida se ve materializada en el enfrentamiento entre dos posturas: la legitimación de la matanza masiva de los seres humanos más inocentes, o su protección irrestricta.

En efecto, pareciera que donde avanza la cultura de la muerte no es posible retroceder, como si la historia tuviese un sentido irrevocable donde la muerte necesariamente avanza con su poder destructivo. Pero ¿¡cómo vamos a quedarnos de brazos cruzados frente a la muerte de miles de niños inocentes!? Como dijo Juan Pablo II, “Cristo nos está pidiendo que no permanezcamos indiferentes ante la injusticia, que nos comprometamos responsablemente en la construcción de una sociedad más cristiana, una sociedad mejor” (Juan Pablo II; Discurso a los jóvenes chilenos [1]).

―¡Pero no podemos hacer nada! ¡Somos impotentes frente a esa injusticia!… Habrá que esperar hasta que haya un ambiente más favorable.

―“¡El amor vence siempre, como Cristo ha vencido! ―dice el Papa polaco― ¡el amor ha vencido!, aunque en ocasiones, ante sucesos y situaciones concretas, pueda parecernos impotente ¡Cristo parecía impotente en la Cruz! Dios siempre puede más” (Juan Pablo II; idem).

El gran misterio del cristianismo es esta misma paradoja, que exige no caer “en la apatía frente a lo que parece imposible”. Dios se muestra precisamente cuando nosotros no tenemos más remedio que clamar desesperados, como el pobre o el niño, que claman desde su debilidad, desde su pequeñez, desde su impotencia. Como dice Francisco Canals, “la fuerza de Dios se consuma, se realiza, se perfecciona en la debilidad, en la carencia de fuerza del hombre; allí es donde triunfa la fuerza de Dios”.

La fuerza de la cultura de la vida se encuentra en el amor crucificado de quien ha vencido a la muerte, porque es la Vida misma.

El verdadero poder de la cultura de la vida no se encuentra en la fuerza de nuestros brazos, ni en nuestros medios económicos, ni en la musculatura política, sino exactamente al revés: la fuerza de la cultura de la vida es la misma que la de los santos inocentes muertos por Herodes, la misma de Cristo inocente llevado al patíbulo, la de quien ha sido despojado de sus vestiduras y queda desnudo frente a la muerte, frente a las mayorías que gritan contra él y frente al poder político que prefiere lavarse las manos. “El amor vence siempre”. La fuerza de la cultura de la vida se encuentra en el amor crucificado de quien ha vencido a la muerte, porque es la Vida misma, como sigue sosteniendo el pontífice: “Al contacto de Jesús despunta la vida. Lejos de Él sólo hay oscuridad y muerte. Vosotros tenéis sed de vida. ¡De vida eterna! ¡De vida eterna! Buscadla y halladla en quien no sólo da la vida, sino en quien es la Vida misma” (Juan Pablo II; idem).

―¿Qué hacer entonces?― “La fe en Cristo nos enseña que vale la pena trabajar por una sociedad más justa, que vale la pena defender al inocente […]. No calles la verdad. […] Tienes que ser fuerte” (Juan Pablo II; idem). Parafraseando a Leonardo Castellani, Dios no nos pide resultados, pero sí cicatrices de la lucha. Estamos llamados a trabajar por la derogación del aborto, sin descansar, insistiendo a tiempo y destiempo, sin callar por comodidad ni por cálculo, porque estamos del lado de Dios, de la vida, de la verdad y del amor. Aunque perdamos todas las batallas una y otra vez: ¡acá no se rinde nadie! Porque ya ganamos la guerra: Cristo venció la muerte.

Vicente Hargous

Editor Revista Suroeste

Notas

[1] El video del discurso de Juan Pablo II  a los jóvenes chilenos no se encuentra íntegro en internet, que nosotros sepamos, y el texto publicado oficialmente en el sitio web del Vaticano tiene algunas modificaciones menores con respecto a la lectura textual. Pero el audio sí está disponible: https://youtu.be/TcF-VhdCTuY?si=lNpDXxrZazSCj6k0 

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