
octubre 28, 2024• PorLuis Robert Valdés
Un pensamiento social cristiano
¿Qué queda de Gonzalo Vial a 15 años de su muerte? ¿Vale la pena seguir insistiendo en su legado? Es evidente que Chile ha cambiado durante estos últimos años, especialmente desde el 18 de octubre de 2019. También la gran obra histórica de Gonzalo Vial, su “Historia de Chile” ―que no alcanzó a finalizar, dejándonos una síntesis en dos tomos― no tiene, quizá, como él mismo advirtió, todos los matices que correspondería realizar a la luz de la realidad que hoy experimentamos como país. Sin embargo, Vial tiene un núcleo permanente, un espíritu que conviene que inspire nuestro futuro al menos por dos razones.
En primer lugar, Vial sigue vigente por su pensamiento independiente y libre de falsas fidelidades; fue siempre a la raíz de los problemas, a las causas y fundamentos de las cosas. Intentó, desde este punto de vista, ser un hombre más amigo de la verdad que de Platón. Siendo por origen familiar miembro de la llamada “clase dirigente” chilena, nadie como él fue tan crítico de ella, lo que se expresa en su enorme sensibilidad social en su lectura del siglo XIX: inesperado para un “historiador conservador”. El mismo criterio seguía en la universidad, en la que fue un “hombre libre”, no encasillándose en ninguna de esas etiquetas que a todos nos gusta endosar a los demás. Su libertad se reflejó también en su pluma. Sus biografías, por ejemplo, muestran que su objetivo era entrar en el corazón de los grandes personajes de nuestra historia. Allende y Pinochet, causando no poco escándalo entre muchos, decía, fueron hombres que cometieron grandes errores, pero que también tenían un fondo de verdad que intentó rescatar.
Siendo por origen familiar miembro de la llamada “clase dirigente” chilena, nadie como él fue tan crítico de ella, lo que se expresa en su enorme sensibilidad social en su lectura del siglo XIX: inesperado para un “historiador conservador”.
En segundo lugar, Vial debería inspirar la acción política de nuestros días por su parresía, su valentía y franqueza, virtud que se expresó en su preocupación por los temas centrales que afectaban la vida de los chilenos: familia, educación, vivienda, derechos humanos, trabajo, salud, y muchas otras. Partidario de la economía de mercado, pero profundamente crítico de varios de sus efectos, los que fue denunciando entre muchos obsecuentes de las ideologías de todos los tiempos, especialmente del liberalismo y el socialismo. El diario “La Segunda” fue su espacio de militancia periodística, que no fue solo un ejercicio literario sino el espejo de sus profundas preocupaciones vitales.
Pero fue más allá del común interés para los políticos. Y muchas veces puso el dedo en la llaga con temas “incómodos”. Denunció, por ejemplo, el decaimiento de la moral sexual, la pornografía juvenil, el aborto, la deuda histórica a los mapuches y la píldora del día después, la falta de respeto por la dignidad de la mujer, todos asuntos cuyo origen para él se encontraba en el “neoindividualismo”. En efecto, muchos de esos problemas tenían en su raíz la crisis de la familia y del matrimonio, la cual era, para él, la fractura social más grande que era necesario enfrentar. Y que, hoy vemos, es la causa de muchas de nuestras patologías políticas y de descomposición social.
El diario “La Segunda” fue su espacio de militancia periodística, que no fue solo un ejercicio literario sino el espejo de sus profundas preocupaciones vitales.
¿Cuál es ese núcleo permanente que transforma a Vial en un hombre que ha traspasado su tiempo? Fue un católico practicante, no un hombre de teorías sino de oración. Intentó, en consecuencia, vivir una fe más allá de su metro cuadrado, tal como su conciencia moral se lo mostraba. Esto explica la labor que realizó junto a su señora María Luisa Vial, con la que se comprometieron como matrimonio en un proyecto educativo que cambió la vida de muchas familias en la comuna de Lo Barnechea. Don Gonzalo no era solo un “hombre de directorio”, alguien que se dedica en su tiempo libre a hacer algunas “cositas sociales”; se metía, en “cuerpo y alma” a trabajar, junto a su familia, con los más pobres, a quienes les dedicó tiempo incluso en el aula, sacrificando su producción intelectual o los “méritos académicos”, hoy casi intransables para nuestra cultura.
Vial no era sin embargo un fanático religioso y pensó Chile como como un trabajo de todos. Esto explica su idea histórica de los “consensos”. Advertía que el de nuestro tiempo estaba “incompleto”, precisamente por esa falta de espíritu y visión sobrenatural que como comunidad hoy no tenemos. Fue en este contexto profundamente respetuoso de la vertiente laica del país “que necesita su razón para también acometer, con nosotros, la tarea imperiosa, impostergable, de la fractura social”. Por eso decía, “todo esto es insuficiente, si nos falta espíritu, si no tenemos una razón para que los privilegiados chilenos nos importen los connacionales desposeídos como si fuéramos nosotros mismos ―y no ellos― los golpeados por la miseria y la injusticia”.
Intentó, en consecuencia, vivir una fe más allá de su metro cuadrado, tal como su conciencia moral se lo mostraba.
Y este ímpetu solidario estaba efectivamente impulsado por la fuerza de lo sobrenatural. De ahí que, a pocos meses de su muerte decía: “lo único que de verdad quiero es ver a Dios, estar con Dios, nada de lo que tengo, ni siquiera mi familia puede reemplazar ese deseo permanente, porque cuando uno piensa en Dios van a terminar todos los vacíos y limitaciones que tiene la existencia”.
Abogado
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Last modified: noviembre 6, 2024